domingo, 4 de noviembre de 2007

Mirarlo crecer...

Me encanta mirar crecer a mi hijo.
Ver su mirada mágica y deslumbrada ante todo lo nuevo que el mundo le ofrece.
Ver como absorbe todo lo que ocurre y empezar a observar como se forja una personalidad.
Si bien es cierto que su madre y yo no vamos a volver a estar juntos, me agrada pensar en la idea de que somos un equipo en esto de criar y amar a este increíble niño.
Lo miro y me doy cuenta que yo no soy el maestro, el lo es. Me enseña e valor del amor puro, a perseverar hasta que resulte, al creer en que algo increíble hay hasta en una caja de cartón.
Hoy hablaba con una hermosa musa de lo difícil que es no transmitir nuestras propias inseguridades y dramas a estos frutos de amor.
Miro a Tomas y me quedo tranquilo. Va a ser un buen hombre, y cuando ese momento llegue quiero estar ahí para felicitarlo y decirle lo importante que ha sido su ejemplo.
Que puedo decir?
Es el verdadero amor de mi vida.