domingo, 23 de marzo de 2008

Bitacora de una pena

Se levanto cansado esa mañana. Como si las horas de sueño no hubiesen existido y lo supuestamente reponedor del dormir solo hubiese acentuado su pena. Expiro fuertemente pensando en lo que se sentia el estar miserable aun antes de abrir los ojos.
Llevaba un tiempo asi, se levantaba cada mañana estirando su brazo, sin abrir los ojos, buscando a alguien que no estaba ahi.
Se incorporo lentamente.
Busco un cigarrillo donde los habia dejado la noche anterior entre sus libros y los ceniceros copados de colillas que solo hablaban de soledad.
Se dirigio lentamente al baño para empezar el ritual diario de bañarse y afeitarse. Se miro el espejo mientras se convencia de a poco que era necesario ir a trabajar y seguir con su vida.
Se sento en la cama llena de recuerdos que casi no le hacian espacio y como se dedicaban a bailar sobre su cabeza durante las noches para fortalecer a su nostalgia.
Busco un poco de cafe en la vacia despensa y se fumo su segundo cigarrillo. Se termino de vestir tratando de al mismo tiempo de poner un poco de valor de salir al mundo al mismo tiempo.
Salio, aun temprano, de esa morgue de recuerdos al que llamaba casa mientras pensaba en los ultimos meses y en como la extrañaba.
Trato de seguir los consejos de sus amigos de pensar en otras cosas pero casi todos los momentos que le evocaban una sonrisa la habia tenido a ella de protagonista. El frio lo abofeteo despertandolo un poco mas y le dio el acopio para caminar mas rapido al metro.
Vio indiferente como lo vapuleaban todos los que querian viajar a esa hora para llegar a sus diferentes destinos.
Grito desesperadamente en silencio para ver si esa sensacion amarga que tenia tatuada en el pecho se desprendia un poco. Llego a su oficina puntual como siempre.
Trabajo duramente y se destaco como siempre. Se rio de la bromas ccon sonidos sin ganas y agardecio los gestos de preocupacion de aquellos que querian saber como estaba.
Almorzo solo un par de bocadillos y planeo ver una pelicula el fin de semana, llamo a su madre para saludarla y tranquilizarla diciendole que la vida seguia y que ya estaba mejor. Colgo pronto avergonzado de sus mentiras y siguio observando el reloj hasta la hora de salida.
Y se dirigio a su casa.
Se sermoneo como todas las noches en silencio, que valia la pena seguir respirando y beso la foto de ella antes de dormir y le sonrio mientras le decia que tal habia sido su dia. Le conto chismes inexistentes y le prometio comprar cortinas nuevas apenas tuviera tiempo. Este domingo iria al cementerio a mostrarle colores para ver si le gustaba alguno.