sábado, 7 de agosto de 2010

Cafe con piernas o como ser mijito rico con poco presupuesto.


En más de una ocasión, muchas veces sin que nadie me crea mucho, he afirmado de mi famosa rudeza. Siempre me he jactado de muchas actitudes y habilidades frente a las mujeres (antes de hoy, mi problema no era conseguir relaciones, era mantenerlas) bueno, afirmaciones que hace unos días, se destruyeron sin piedad ni anestesia. Y es que no soy tan rudo como creía y me diluí ante una fuerza de la naturaleza sin filtros de la que les contare a continuación…
Todo empieza porque yo nunca había entrado a un café con piernas.
De verdad, jamás lo había hecho. Mi fama infundada de bohemio hace creer que tengo tarjeta de descuento en cuanto topples, café con piernas, tugurios, partidos políticos y lugares de esa índole, incluso soy amigo habitual de damas que usufructúan del comercio sexual. Bueno, en el ultimo gremio si tengo varias y notabilísimas amigas (tengo una fijación con la prostitución, jamás he sido cliente, pero las admiro a morir) pero en fin, no es el tema, pero no había entrado a un café con piernas o al menos no uno de ese tipo.
Había pasado cerca de algunos que pululan por el centro y que de cuando en cuando veía alguna puerta abierta y sapeaba con intriga, pero nada más que para sonreír si veía a una niña media desnuda o la sorpresa de la cantidad de tipos en el lugar. Pues bien, mis niños, mi debut en estas lides fue en un local donde trabaja (ahora mi nueva Magdalena inspiradora) Paola Brandon.
Quiero aclarar que no me interesa hacer un apostolado ni condenando ni dándole un empujón a estos negocios, ya que estos junto a los topples me dejan una sensación de tristeza más que calentura. No confundir con lupanares clásicos que fueron tema de mi mala alegoría de la columna anterior.
Y es que si vuelvo a escribir de mujeres así, pensare esta bella Jezabel de curvas perfectas, sonrisa tatuada y postura erótica. Pensare en su desfachatez de fantasía sexual andante, su talla precisa y su mirada libidinosa que te hace creer por segundos que tu también eres la de ella.
Bueno, no paso nada del otro mundo, solo sirvió su café, hablamos de su show en las noches y que se mataba de lunes a domingo por mantener a su familia en un excelente pasar. El hecho de que estuviera totalmente desnuda en sus curvas perfectas solo era un distractorio en nuestra conversación, que disimule cuanto pude.
Y claro nuestras mantenedoras de ilusiones ganan muy bien, aun cuando tienen que lidiar con tipos feísimos, de mal olor y simplemente medios degenerados. Pero este submundo donde todos los varones nos sentimos ricos y bellas sílfides nos acosan, hay ciertas reglas no enunciadas de respeto y sociabilidad que rara vez se traspasan o rompen, no se toca o atosiga.
Ya han pasado varios meses desde mi última visita, pero a veces paso cerca y debo confesar que me tiento en entrar y ser rico mientras me dure el café y solo por unas lucas. Pero claro, vuelvo a pensar correctamente y sigo pensando que prefiero ser un gil promedio y vivir en la realidad sin engaños…. claro, que si un amigo me invita, le sugeriré fuertemente este local con amenazas y aceptaría desganadamente su invitación, solo porque cualquier otra cosa, sería descortés.