lunes, 11 de febrero de 2013

Para ti


Hola. Es curioso dirigirte unas palabras porque jamás nos conocimos. Hace unos días conoci a tu madre, Beatriz, una mujer encantadora, superviviente del la generación hippie, guitarrista aventajada y de sonrisa dulce. No recuerdo en este instante como nos fuimos de tema en tema hasta llegar a ti, al parecer porque nombre a mi mamá, es que ella me conto tu historia de forma generosa y espontanea. Me sorprendió a quemarropa sabiendo mi cumpleaños y que había nacido en el hospital San Jose. Me conto de quienes estaban ese día y de cómo mi abuela la iba a ver a ratos para tratar de consolar su pena de tu cuna vacía. Me dijo que nacimos con unas horas de diferencia, pero un problema te hizo decidir volver a esas tierras mágicas desde donde veníamos pero yo ya no tenía ningún recuerdo.
Me dijo que la emocionaba mirarme y me dio un abrazo fuerte que claramente era para ti. Debo confesarte que a pesar que la fiesta siguió, el vino corrió como por las copas y los guitarreo se hicieron alegres y de voces desgarradoras, tu imagen no me abandono.
Me pregunte que pasaría si alguna vez nos encontrábamos nuevamente en ese lugar mágico y me pedias cuentas de mi vida, me preguntabas que había hecho yo que me había quedado y como se me habían dado las cosas en ese lugar feo que no te había interesado.
Es justamente lo que me lleva a escribirte unas líneas.
Quería contarte que había pasado en estos 36 años, casi “ad portas” de nuestro cumpleaños 37. Querría decirte que ha sido un buen viaje, que tuve una niñez fantástica de aventuras siderales, luchas con monstruos antediluvianos con pistolas de madera y persecución de bandidos notables nacidos de imaginación espontanea y malicia desconocida.
Cuando la niñez termino en un suspiro, pase a una adolecencia difícil, etapas autodestructivas para dañar a quienes quería y que solo me hicieron perder tiempo, besos, abrazos y enseñanzas de vida.
Pronto me fui de la casa siguiendo a mis demonios tutelares, noches de borrachera y una brújula sin norte que me llevo a ninguna parte. Pronto se acumularon los veranos, otoños, inviernos y esporádicas primaveras que le han dado sabor y cicatrices a mi corazón, acumulando un monton de amores incompletos que sentenciaron a mi corazón a amar sin hacerlo.
Estudie dos carreras de la que al final solo ejercí la primera años después de haberla estudiado y casi sin decidirlo, me demore 20 años en saber mi vocación. Gracias a Dios, hoy me dedico a lo que me gusta y no tuve que trabajar nunca más.
Coleccione amigos increíbles, aventuras fantásticas, gente sabia y uno que otro enemigo a los que jamás conocí.
Mi corazón se perdió entre atrapasueños y cuchillos, y al igual que mis estudios en 2 intentos he tratado de formar una familia, pero que me han dado el regalo de dos hijos, que me maravilla ver crecer y que hace que todo el viaje valga la pena.
Quería contarte parte de lo que no viviste, quería decirte que he tratado de aprovecharla, y que gracias a ti, todo se ha vuelto más llevadero. Quería decirte que probablemente hubiésemos sido grandes amigos, quizá guitarreado juntos y hubiésemos bebido chocando nuestras copas mientras celebrábamos nuestro cumpleaños.
Te envio mis saludos y recomiendo firmemente hacer este viaje. Y como dice un poema, si bien aquí aprendemos a reir con llanto, también aprendemos a llorar a carcajadas.
Gracias a ti, ya no odio estar aquí.