No soporto a los siúticos, arribistas o gente que no vive su
realidad de forma feliz y limpia, me carga que por vivir en un lugar
determinado, tener ciertos bienes materiales o viajar, crean que
eso te hace mejor persona, o es algún tipo de plus que te eleve por sobre los
demás.
Hoy miro con incomprensión (y no culpo a los que ahí viven
que solo son víctimas del marketing) como han ido convirtiendo a Colina en un
apéndice de Chicureo.
Incluso empiezo a ver el nombre de Chicureo como un virus
geográfico que se come localidades, personas (los que se compran la leyenda) e
historias.
Veo como Chicureo (una malísima tierra arcillosa que quedaba casi
llegando a los cerros) hoy cubre casi toda la comuna de Colina y en su camino
se tragó al Algarrobal, Guay Guay, Los Ingleses (acá me detengo un segundo, ya
que le decían así a este sector porque sus habitantes originales eran tan
ignorantes que no sabían ni hablar y esto era un nombre despectivo) Lo Arcaya
(donde de verdad vivía Camiroaga) San José, Santa Cecilia, Liray, etc. Puedo
nombrarlos a todos, pero solo servirá como valor referencial ya que les sería
más fácil diciéndoles Chicureo para que se ubiquen geográficamente.
Hay quien afirma (creo que era Neruda) que Valparaíso nació
espontáneamente de un momento para otro y era una dama desgreñada y que de ahí
viene lo intricado de sus calles, bueno, al pensar en Colina siempre pensé que
se le había caído del bolsillo a un español vago y en su abandono, empezó como
una niña inocente que tras su primera violación (las cárceles) se termino
convirtiendo en una cortesana de alta alcurnia a la que le cambiaron el nombre
por uno más chic.
Colina…uno de los misterios que siempre ha acarreado este pueblo
es el origen de su nombre, desde un caudillo inca, notabilísimo por su
belicosidad y por jamás haber peleado con nadie, hasta una raza de gallina
famosa que nadie nunca pudo tampoco identificar. Ese es mi pueblo de origen, un
lugar mágico donde las historias confabulaban por doquier y donde la modernidad
junto a las cárceles, lejos de ayudarlo, lo están matando de manera
inexorable.
En sus primeros años, Colina solo fue un puñado de casas, donde
los comerciantes árabes abastecían de lo que llegaba desde la capital y donde
sus habitantes secaban sus cuerpos y su suerte en los campos vecinos, de
familias poderosas como los Ruiz- Tagle, los Fontt, los Gonzáles, etc.
Familias de abolengo que por cuna o matrimonio habían obtenido grandes
extensiones de tierra para aumentar sus fortunas que venían de varias
generaciones atrás.
Vuelvo mi mirada mientras recorro las calles mi pueblo, las que
recuerdo con detalle en mi imaginación, aun cuando estas ya no tienen
mucho que ver con la realidad, donde no existen nombres de calles sino
referencias de casas de habitantes renombrados, locales inmanentes o sucesos
reconocidos, los que se usan para apuntar el lugar del pueblo al que quería
llegar.
Puedo ver en esas imágenes de la memoria a algunos de sus
habitantes, a esos que tenían su morada en cualquier esquina y, que como
poderosos señores antiguos, tenían el respeto de todos y el pueblo era su
reino. Los veo a todos, veo a la Mexicana con su séquito de perros que la
mordisquean y aman sin condición, veo al Chaparro con su interminable cantar y
que por una moneda, daba serenatas eternas para mantener su mareo sin
interrupciones. Lo curioso es que cantaba su “ay Chabela” como ranchera, como
única frase interminable de la canción y siempre, me quedó la duda de si
tenía más letra o era un producto de su imaginación inalcanzable y su carisma
de Charro nacido en lugar erróneo.
Recuerdo a Pepe Camión y su delirio feliz de manejar un
camión inexistente, mientras recorría los caminos de la zona con su andar
feliz.
Aun algunos andan por ahí todavía, a pesar de haber muerto
hace años y que se les ve, imagino que nadie les ha comentado el infortunado
suceso de sus muertes y ellos están demasiado en otro plano para ponerle
atención a algo tan mundano, por lo que lo ignoran y siguen alegremente con su
vagabundear, son características y señas inconfundibles del Colina que es
escenario de mis recuerdos.
Este Macondo desquiciado cercano a Santiago que aun está
lleno de mística y amistades generacionales, característico de pueblo chico y
de infierno grande.
En fin, en cada esquina hay una historia y un suceso. Incluso yo
(como buen producto de pueblo) caigo en esto al amarlo sin condición, pero
manteniéndome lejos sin dudarlo. Por lo que el arribismo de tratar de
convertirlo en algo que no era, hoy me hace odiar estar aquí.
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